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23.Dic.2020 / 06:33 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Gustavo Tarre Briceño, designado por el autoproclamado y en vías del desempleo, Juan Guaidó, como supuesto embajador del gobierno de Narnia en la Organización de Estados Americanos, lamenta, al borde del llanto, que ninguna nación se haya decidido a invadir nuestro país.

Esto lo dice en una entrevista concedida a Carla Angola, periodista de muy pocas luces, al servicio de los intereses de quien le pague con dólares. En realidad Tarre se queja, sin mencionarlos, de los gobiernos de Donald Trump (El Loco), Estados Unidos; de Jair Bolsonaro (El Nazi), Brasil y de Iván Duque (El Matarife), Colombia.

¿Cómo manejará este viejo militante de la democracia cristiana las profundas contradicciones que debería padecer al contrastar, antes de poder conciliar el sueño, allá en Washington, las enseñanzas que dejó Jesús de Nazaret, con su apasionada preferencia por la guerra y la destrucción?

Y en este caso en particular no se trata de un asunto en el que el mencionado señor pueda alegar ignorancia para aminorar su pecado. Tarre Briceño es un hombre culto. Abogado y profesor universitario formado en Venezuela y en Francia. Es decir, podría reflexionar un poco antes de decir frases como las siguientes: “Desgraciadamente ningún país está en disposición de intervenir en Venezuela. Desgraciadamente el mecanismo de invasión no tiene la aceptación de ningún país”.

Insisto que este triste caso no tiene nada que ver con la formación humanista que se supone debería mostrar el entrevistado de Angola. El origen de su esquizofrénica posición apunta más bien a un claro problema de clase. Tarre Briceño sabe muy bien que ni él, ni sus hijos, ni sus nietos y tal vez, ni todos sus parientes y amigos cercanos, se verían afectados por un conflicto de tal naturaleza.

En estos tiempos raramente los ricos van al frente de batalla, aunque casi siempre son estos quienes las instigan para sacar dividendos económicos o políticos, en esos terribles escenarios los muertos, mutilados y desplazados son, en su mayoría, pobres o de clase media. Tal vez por estas razones a Tarre Briceño se le hace tan fácil invocar a la muerte.

Alfredo Carquez Saavedra

 

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