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2.Oct.2020 / 11:04 am / Haga un comentario

Imagen: Referencial

José Garcés

Desde hace 18 años venimos alertando que los líderes de la oposición conjuntamente con EE. UU. han adelantado operaciones psicológicas (OPSIC) contra el proceso bolivariano. Entre las muchas OPSIC que han llevado a cabo está la siembra de odio en los sectores afectos a la oposición.

Para nadie es un secreto que las personas que comulgan con la oposición en buena medida han desarrollado odio contra todo lo que signifique chavismo o revolución llegando incluso a quemar personas vivas por ser chavista o, desde su enferma perspectiva, tener apariencia de chavistas.

Esto representa un problema para la convivencia social, misma que se ha visto afectada particularmente desde que la oposición se hizo de la Asamblea Nacional en 2015. Pero también representa un problema para las mentes de los propios opositores pues el odio es adictivo, causa adicción.

Como explicaba el pensador brasileño Darsy Ribeiro, la dinámica del odio encierra una acción paradojal: por un lado se trata de eliminar lo que nos causa rechazo y sufrimiento, pero por otro se trata de mantener el sufrimiento.

El Buda, por su parte, nos dice que “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Quiere decir con esto que el dolor no lo podemos evitar, pero muchas veces nos aferramos al dolor y exhibimos el dolor como una bandera, y para ello debemos mantener viva la fuente del dolor.

Esto puede ilustrar la paradoja que venimos refiriendo: En las consultas externas de los hospitales, las doñitas por lo general hablan de sus muchos dolores y la conversación se refiere única y exclusivamente a sus padecimientos, y pueden pasar horas hablando de lo que las hace sufrir, a tal punto que pueden llegar a hacer verdaderos “concursos de dolores”, en donde no hay ganadores sino sufrimiento.

Para que haya dolor no se puede acabar con la causa del dolor. Entonces ocurre la paradoja de que la abuelita se la pasa yendo de médico en médico, de que se queja todo el día del dolor, pero no se toma los medicamentos. Pues bien, la oposición venezolana presenta una conducta similar.

Es como la mujer que es continuamente golpeada por su marido. Este llega todos los viernes borracho y todos los viernes la golpea. He tenido pacientes que me dicen: “Yo estoy feliz de lunes a jueves, cuando llega el viernes me atacan los nervios, porque sé que cuando llegue me va a pegar”, y a la pregunta ¿Y Ud. no se quiere divorciar de él? La respuesta ilógica y muy frecuente es: “No”.

La ilógica nos dice que para mantener el sufrimiento se debe mantener viva la fuente del dolor. Este marido maltratador tiene “secuestrada” psicológicamente a esta mujer maltratada. De manera tal que la mujer se acostumbra al dolor, y se cumple la sentencia de Lacan: “Hay un gozo en el no-gozo”.

A mi manera de ver, algunas personas afectas a la oposición han estado secuestradas psicológicamente por líderes que las han maltratado en lo más profundo de su alma;  las han enviado a cruzar el río Guaire, las pusieron a fabricar bombas con excrementos; las han atormentado diciéndole que los chavistas les van a violar a sus hijas y que tienen que defender sus urbanizaciones; que para que cayera Chávez había que sabotear la industria petrolera y dejar que se secara el petróleo en las tuberías (aunque después no tuvieran gasolina); que había que permitir que un supertanquero  chocara contra una de las bases del Puente sobre el Lago de Maracaibo (aunque después no tuviéramos puente); que mientras ellos estaban en campamentos durmiendo en carpas en una plaza, sus líderes se iban de vacaciones a Curazao; que se fueran a Cúcuta para un concierto humanitario del que al final sus líderes se repartieron el dinero recaudado; que Fidel los espiaba por medio de los bombillos ahorradores; que había que devaluar la moneda aunque después ellos mismos no tuvieran con qué comprar medicinas… y pare usted de contar.

El maltrato psicológico ha generado una forma de codependencia donde ya no es posible liberarse del dolor ni del maltratador y por eso se debe mantener la fuente del sufrimiento. Todo esto nos hace entender cómo los opositores, aun después de saber lo que pasó en Iraq y lo que pasa en Siria, por nombrar solo dos ejemplos, sigan esperanzados en una invasión norteamericana sabiendo, en lo más profundo de su alma, que no va a quedar nada en pie. Esta ilógica del pensamiento opositor permite que sea agredido el país en el que viven en una forma inenarrable y aun así lo aprueben. Es como si dos esposos se pelean por cómo educar a su hijo, y uno de ellos pide al vecino que le incendie la casa.

Esta ilógica del Dolor y el sufrimiento nos puede ayudar a entender lo que a todas luces es injustificable.

 

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