Lo dijo el embajador de Colombia ante el imperio: “El Club de Lima es un chicharrón”. Varios de sus fundadores son fugitivos o están enrejados. Dos países serios se apartaron de ese mantequero: México y Argentina. La metáfora porcina es de Francisco Santos, miembro de una de las familias más rancias de la oligarquía cachaca. El chicharrón del cartel se saca del tocino de Almagro, los presidentes echados en la alfombra imperial y otros marranos que ahora tienen tremenda verraquera por el pajón de Santos, quien no aclaró si ese chicharrón tiene o no pelo, como le gusta a la otra.
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Por: Earle Herrera