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Prensa PSUV.– Argimiro Gabaldón Márquez, el Comandante Carache, fue un pionero de la Revolución Venezolana. Nació el 15 de julio 1919, parteado por su propio padre el general Rafael José Gabaldón en la Hacienda Santo Cristo, ubicada en el municipio Sucre (Biscucuy) del estado Portuguesa; y fue en El Tocuyo, 19 años más tarde cuando, sobre un bancal de arena, a orillas del río, empeñó su palabra comunista con el futuro. Allí, inició una participación política que no cesó sino cuando la bala equivocó su cauce para irse a anclar en su corazón combatiente.
Su incorporación al Partido Comunista data de 1934, cuando se creó una célula en Biscucuy y asumió un liderazgo como dirigente en las luchas de los obreros cañeros de la zona de El Tocuyo, creando vínculos con las masas campesinas con quienes fue consecuente al encabezar la lucha revolucionaria años después.
Las actividades políticas lo llevaron a Caracas, a incorporarse en las luchas estudiantiles y en las huelgas organizadas por la Federación de Estudiantes de Venezuela. Para ese momento, Chimiro (como también se conocía a Gabaldón) era nadador, jugador de béisbol, pescador, cazador y excursionista incansable. Una vez bachiller, se fue a Argentina a estudiar arquitectura. En el tercer año de su carrera, detuvo su visión arquitectónica para adentrarse en el mundo de la pintura, la literatura y el arte, y con su morral al hombro se fue a Brasil.
Regresó a Venezuela en 1945 a desandar los viejos caminos. A sus destrezas físicas, sumó su pasión por el periodismo, la novelística, el cuento y la poesía. Entendió que había que conocer la historia de su país para poder actuar sobre ella, se dedicó a formular preguntas y a encontrar respuestas.
A la hora de la lucha contra el perezjimenismo, fue el primero en plantear que no se trataba sólo de cambiar al dictador por otro gobernante, sino que había que ir a la raíz de ese acontecer para que los cambios fuesen trascendentes y no formales. Fue entonces cuando comenzó a discutir la tesis de la necesidad de la lucha armada, como respuesta a un gobierno represivo y criminal.
Cuando llega el año 1958, comienza a ver con cierto recelo las políticas de unidad impulsadas por el Partido Comunista. A la hora del III Congreso del PCV, fue quien planteó la necesidad de ir hacia otras formas de lucha. Es el inicio de la experiencia guerrillera en Humocaro y también las primeras derrotas. Desde fines del 61 hasta el 13 de diciembre de 1964, Chimiro estuvo al frente de esa lucha. En ese proceso, le tocó vivir los vaivenes de unos dirigentes que se amoldaban a las circunstancias, antes que analizar histórica, táctica y estratégicamente la realidad sobre la que actuaban.
“No soy un guerrero, nunca lo había pensado ser, amo la vida tranquila, pero si mi pueblo y mi patria necesitan guerreros, yo seré uno de ellos. Y este pueblo nuestro los ha parido por millones cuando los ha necesitado”, decía.
Argimiro Gabaldón tenía apenas 45 años cuando lo alcanzó la bala que le segó la vida. Más que la muerte, le dolió morir de bala amiga, morir a destiempo, morir cuando apenas se iniciaba el camino duro del que tanto había hablado y para el cual tanto se había preparado.
Chávez intercambió en varias ocasiones intercambio una serie de anécdotas vividas por el padre de Argimiro, el general José Rafael Gabaldón, quien fuera compañero y amigo de Pedro Pérez Delgado.
De sensible pluma, Argimiro Gabaldón, escribió un poema que ha sido leído en varias oportunidades por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sobre el dolor como lucha en el combate.
No permitas que tu dolor se esconda
“No permitas que tu dolor se esconda
oblígalo a salir desnudo a que combata
que empuñe el fusil y la granada
que anime la marcha
que estalle en un grito en el asalto
que ría y que cante en la emboscada
Tu pena y mi pena y la de todos
es una sola pena militante
armada es el fuego que arde en la alborada
la revolución que avanza desbordada
hacia el milagro de las cadenas rotas
Y el gran sufrimiento se tornara alegría
emergerá del fuego un mundo diferente
será el llanto detenido
y dejará la sangre de correr asesinada
se esparcirá la risa
y los niños puros como pájaros
en vuelo llenarán los parques con sus gritos
y nosotros estaremos allí, ¡seguro que estaremos!
como una llama ardiendo eternamente
Somos la vida y la alegría
en tremenda lucha contra la tristeza y la muerte.
Venceremos camaradas,
Unidos venceremos.”
Argimiro Gabaldón