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23.Feb.2020 / 12:19 pm / Haga un comentario

La unión cívico-militar propinó hace un año su primera gran derrota en la era del “experimento” con su autoproclamado, dando al traste con sus intenciones de invasión disfrazadas de “ayuda humanitaria”, como lo sostiene la concejala Nancy Villegas, quien estuvo en la Batalla de Las Tienditas.

Jimmy López Morillo

Teniendo tras de sí al imperio más genocida en la historia de la humanidad, seguro de que ello bastaría  para arrodillar al pueblo venezolano, el imbécil autoproclamado amenazó con que el 23 de febrero la supuesta “ayuda humanitaria”, con la cual pretendían camuflar una invasión a nuestro sagrado territorio, ingresaría “sí o sí” a Venezuela.

Los sicarios del periodismo, los andrajosos mentales, los inoculados por el odio, de inmediato comenzaron a dar rienda suelta a sus lecos digitales, jurando por todas las cruces del fascismo que las horas del “rrréeegimen chavista” estaban contadas. No faltaron quienes colocaron a enfriar la champaña, para celebrar la vuelta del país a tiempos coloniales, sin importar los muertos que pudiera dejar tal aventura, pues al fin y al cabo, los mismos representaban “una inversión”, en palabras del monigote imperial.

La noche previa al acontecimiento añorado por los fascistas del mundo, del lado colombiano de la frontera se efectuó un concierto “high”; del lado venezolano, uno también con artistas, cultores, cantores populares.

“Uno era el concierto VIP, el de la gente rica y otro el de los pobres, los humildes. Ahí se evidenciaba la lucha de clases también”, recuerda la concejala capitalina Nancy Villegas, quien estuvo presente.

La batalla

Villegas, trae a su memoria esos momentos en los cuales la unión cívico-militar impidió el ingreso de quienes pretendían mancillar la Patria.

“Fue como una nueva batalla por la independencia. Fuimos a defender la Patria. La Dirección Política de Caracas nos pidió  a un grupo de militantes del partido que asistiéramos al concierto patriótico de Las Tienditas. Por La Vega fuimos 9 personas, de un total de 187, en una odisea de 26 horas, pues en el camino nos colocaron ‘miguelitos’, nos lanzaron piedras”, detalla

La también dirigente regional del Psuv, relata  que “En la mañana, en un acto cerca del puente Simón Bolívar, en la plaza La Esperanza comenzó a correrse la voz de que unos guardias nacionales apátridas habían robado una tanqueta y trataron de pasarla al lado colombiano, con intenciones de generar violencia y justificar la intervención extranjera, cuando llegaran Juanito Alimaña y sus compinches de otros países”.

A las 7 de aquella tensa mañana, tres desertores de la GNB se apoderaron de dos vehículos blindados,  lanzándose contra las vallas en nuestro principal puente fronterizo, arrollando a varias personas, incluyendo la reportera chilena Nicole Kramm.

“Ellos tenían sus periodistas, sus mercenarios, todo su show montado.  Nosotros estábamos tranquilos, en la plaza La Esperanza, cuando como a las 8 comenzaron a escucharse gritos desde calle Venezuela. Junto a los cuerpos policiales nos trasladamos hasta ahí.  del lado colombiano intentaban cruzar. Esa era la orden, generar violencia, para activar a quienes estaban en Migración Colombia. Comenzaron a lanzar piedras, objetos contundentes, tiros. No querían dialogar con nadie”, continúa Nancy Villegas.

La batalla había comenzado en aquella zona limítrofe. Varios de los integrantes de la basura política del continente se congregaban en la acera del frente: Elliot Abrams, Sebastián Piñera, Luis Almagro  el narcoperaco Iván Duque y, por supuesto, el recién autojuramentado, quien para llegar había utilizado los servicios express del transporte de la tenebrosa banda Los Rastrojos.

“Con nosotros estaban, entre otros,  Darío Vivas, Vilma Vivas, Jylio Zerpa,  Jesús Farías, constituyentes; el ministro Eduardo  Piñate, Freddy Bernal,  Reinaldo Simancas, David Graterol, Ángelo Avendaño, Andy, gente de la Esquina Caliente. Los opositores se ponían más agresivos. Tenían hasta paracos montados en  las montañas, piedras, bombas molotov, pistolas, estaban hasta por debajo del puente. Hubo muchos  heridos de nuestra parte, quemados, tanto policías como civiles, inclusive señoras mayores. Un camarada sufrió  fractura de clavícula. Ahí fue donde el pueblo se organizó, las mujeres, los hombres, nuestros abuelos, en unión cívico-militar, para dar una respuesta, defendiéndonos con piedras. Tuvimos que agarrar hasta las tapas de los potes de basura para protegernos”, rememora la concejala capitalina.

“Estuvimos desde las 8  hasta las 6 de la tarde resistiendo. Ahí había un pueblo decidido a defender hasta con la propia vida  la Patria, el legado de nuestro comandante Hugo Chávez, de  nuestro presidente Nicolás Maduro Moros. No pasaron y nos vivimos con la victoria. Sabíamos que esa era la única manera de regresar”, se regocija ahora, mientras sigue dando el vistazo a aquella intensa jornada.

La violencia, el arma predilecta del fascismo, sumada a la manipulación mediática, imperaba. Dejaban correr rumores. “La ayuda pasó la frontera de Brasil y llegó a Santa Elena de Uairén”, tuiteó el títere imperial, siendo desmentido rápidamente. Otro falso positivo se dio, el de la quema de los camiones con su cargamento. Espumeantes las bocas, desorbitados los ojos, los mercenarios del periodismo, desaforados, estallaron:. “¡La dictadura de Maduro, los colectivos de Maduro, quemaron los camiones con comida y medicamentos!”, lanzaron al mundo la infamia.

Al desnudo

Esa fue la especie que se encargaron de mantener incluso por varios días, mientras rumiaban la amarga derrota sufrida en aquella frontera. La verdad, enarbolada una y otra vez por el gobierno del presidente legítimo y constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, finalmente tuvieron que reconocerla cuando fue reflejada por un medio insospechado, el New York Times.

El rotativo, cuya línea editorial ha sido radicalmente antichavista, publicó a comienzos de marzo una investigación audiovisual, en la que demostraba de manera incuestionable que los vehículos con el supuesto cargamento “humanitario” fueron incendiados con bombas molotov lanzadas por los oficiantes del odio.

«Se lanzó una bomba casera hecha de una botella hacia la policía, que estaba bloqueando un puente que conecta a Colombia y Venezuela para evitar que los camiones de ayuda lleguen. Pero el trapo usado para encender el cóctel Molotov se separa de la botella, volando hacia el camión de ayuda. Medio minuto después, ese camión está en llamas», desnudó TNYT.

Además, el medio reveló que  del video distribuido por el gobierno del narcoparaco Iván Duque fueron eliminados 13 minutos previos al incendio, evidenciando sus intenciones de distorsionar lo sucedido.

Victoria popular

Nancy Villegas, un año después,  reflexiona sobre aquella victoria popular::

“Hay que destacar el ejemplo de todas esas mujeres, todos esos jóvenes, hombres, que pudieron contra  todo lo que intentaron los fascistas. Pudimos más que ellos. Demostramos la gallardía de un pueblo de libertadores frente a esos ataques. Hoy podemos decir que valió la pena. No pasaron y no pasarán. Todos esos héroes y heroínas anónimas, quienes nos ayudaron inclusive a picar piedras, nos daban  agua, defendiendo nuestra soberanía, si nos toca de nuevo ir a defender la Patria lo haremos sin dudarlo”, concluye.

 

 

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