Opinión / Ana Elisa Osorio
En días pasados, un pasquín de la canalla mediática publicó un fotomontaje donde presentaba a connotadas dirigentes de los poderes públicos, todas mujeres, como “cabareteras” y más allá del “arreglo” fotográfico, el texto alusivo era de un asqueroso vocabulario que pretendía ofender la majestad de los poderes públicos y a sus regentes, pero como quien ofende no es el que quiere si no el que puede, la entereza de las mismas se mantuvo incólume.
¿Misoginia? ¿Machismo? ¿Incitación al odio? Seguramente todas estas, pero más allá del insulto a mujeres de reconocida integridad y valía se trató de un ultraje a los poderes del Estado con un guión que pretende, un sector de la oposición, posicionar en su afán de desestabilización.
Por supuesto, ante esta agresión, el Estado respondió por cuanto que la acción cometida supone una transgresión al código penal y a la ley sobre el derecho de las mujeres a tener una vida libre de violencia donde se tipifica el delito por violencia mediática. Ante la sanción, la respuesta de la oposición es acusar al gobierno nacional de violar la libertad de expresión, tal vez se olvidan de que el artículo 57 de nuestra Constitución señala: “…Quien haga uso de este derecho (el derecho a expresarse) asume plena responsabilidad por todo lo expresado…”
Las mujeres revolucionarias debemos denunciar el afán de una oposición apátrida de utilizar medios inmorales, ultrajes, vilipendios e incitación al odio para provocar respuestas que luego utilizará la canalla mediática en los ámbitos nacionales e internacionales para seguir desprestigiando nuestro país. ¡La Patria es mujer y se respeta!
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