Opinión / Rodrigo Cabezas
El Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, desde su victoria popular en diciembre de 1998, cuando resquebrajó la hegemonía bipartidista que gobernó a Venezuela por cuarenta años, dio inicio a un nuevo ciclo en la historia republicana que por catorce años consecutivos, bajo su conducción como líder insurgente, auténtico, elocuente, bolivariano, instaló procesos inéditos en todos los órdenes de nuestra vida en sociedad, revolucionando ideas y procedimientos, estremeciendo y cambiando viejas estructuras de una formalidad democrática agotada que guardaba correspondencia con un país que había perdido su libertad de decidir destinos, con crecimiento cíclico de su economía, en por lo menos las dos últimas décadas del siglo XX, y con la consecuencia social más dramática desde el punto de vista humano: El 60% de sus familias vivían en la pobreza.
La revolución bolivariana bajo la guía certera de Hugo Chávez se hizo paradigmática en por lo menos seis líneas históricas. Esta es mi visión. Veamos:
Primera. La ruptura del viejo sistema político o hegemonía de los partidos tradicionales AD y COPEI, se logra por una vía democrática al proponer refundar la República mediante el expediente de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, ello facilitó que el poder constituyente- el pueblo soberano- subordinara al poder constituido y se dotara de una nueva Constitución para la República Bolivariana que nacía. Era una revolución profundamente democrática, del pueblo, de las grandes multitudes; era la democracia protagónica que exigía nuevas formas de relacionarse de los sujetos políticos y la sociedad, del liderazgo y el pueblo, época histórica para concretar espacios mayores de poder político y de gestión gubernamental al pueblo organizado, se instala el tiempo de los consejos comunales y se avizora el de las comunas. El Presidente insurgente lo pregonó incansablemente: La revolución bolivariana significaba más poder para el pueblo, era la génesis del contra estado, es decir, el poder popular.
Segunda. El desmontaje de la vieja hegemonía hacia exigente no solo una mayoría popular que sostuviera la senda de los cambios en todas las esferas por la vía democrática; es que la riqueza de nuestros yacimientos petroleros nos había convertido en objetivo estratégico de los Estados Unidos de Norteamérica y de las transnacionales petroleras que se las ingeniaron para extraer un excedente creciente de la explotación industrial del petróleo por aproximadamente ochenta años, éramos el ideal “patio trasero” para la acumulación de capital a gran escala de la nación más consumista y derrochadora de energía del planeta, por lo que sostener, preservar y cuidar una revolución democrática popular que advino en socialista, hacia inexorable una alianza estratégica entre aquel pueblo y sus iguales en armas. La alianza cívico-militar hizo posible sortear obstáculos como el golpe de estado de abril de 2002, el paro petrolero de diciembre 2002 -enero 2003, actuar con sentido de patria frente a las amenazas guerreristas de la oligarquía colombiana. Era la revolución democrática y pacífica pero no desarmada. El Chile de Salvador Allende era lección aprendida.
Tercera. Nuestra revolución con su líder histórico coloca de nuevo en el debate mundial el ideal de luchar por construir una sociedad socialista. Sobre la base del reconocimiento de los errores de la vieja experiencia que cercenó la libertad por la justicia y que giro entorno a la URSS, el reconocimiento a la diversidad y pluralidad del pensamiento en el campo de la izquierda y movimientos sociales del mundo, nos planteamos una transición, una búsqueda hacia un estadio de organización social en la cual la producción de riqueza para la vida plena y colectiva no siga la lógica de atender la minoría propietaria, sino que atienda las necesidades sustantivas de las grandes mayorías populares. Nuestro socialismo afirmó reiteradamente el Presidente Chávez, en la enseñanza de Mariátegui, no será copia ni calco, será creación heroica de nuestro pueblo. Largo camino a la igualdad que nos lega.
Cuarta. Entre los años 2005 y 2007 se libra una gran batalla política, jurídica, económica y cultural para producir uno de los principales actos de nacionalismo petrolero de nuestra vida republicana: El desmontaje de la apertura petrolera. El Comandante Presidente le denominó “tomar la colina principal: El petróleo”. Todo lo que se hizo desde la nueva PDVSA contra los convenios operativos y asociaciones estratégicas aprobados y firmados en la década de los noventa del siglo XX, la recuperación operacional de Citgo, la vigencia plena del régimen fiscal petrolero para toda la industria, permitió desde un acto de soberanía e independencia, en primera instancia, derrotar la tesis neoliberal de la globalización de los recursos energéticos que buscaba enajenar a los verdaderos propietarios de los yacimientos: El pueblo venezolano y, en segundo lugar, acceder a la renta petrolera para adelantar la más radical y portentosa política social de inclusión en América Latina. Las misiones sociales se hicieron presentes y el indicador inhumano de la pobreza bajo del 60% heredado en 1998 a 26% al finalizar 2012.
Quinta. Cuando giramos a la izquierda con la revolución bolivariana nos volvimos a reencontrar con nuestra historia libertaria del siglo XIX. Nadie podrá negar que en la aurora del siglo XXI el Presidente Chávez sea el líder de América Latina y el Caribe que más se afanó y concretó el ideal unionista e integrador de nuestra región. La UNASUR, el ALBA, Petrocaribe y la CELAC llevan la impronta del esfuerzo del presidente Hugo Chávez y, ello es más poderoso en la historia que se escribirá en la posteridad que la mezquindad de la oligarquía nacional que le criticó. Ahora somos país MERCOSUR, el desafío acá es instalar la plataforma de industrialización para las exportaciones; hemos contribuido a la teoría de la integración para ir mas allá de uniones aduanales/arancelarias, ésta se concibe en valores de la solidaridad, la complementación productiva, el reconocimiento de las asimetrías y las desigualdades del desarrollo. Ahora, junto a ALyC buscamos crear y consolidar nuestras propias instituciones, el ensayo con la moneda virtual “Sucre” es un ejemplo concreto. Somos un país líder de la integración. Nuestro norte paso a ser el sur.
Sexta. La revolución bolivariana fue la primera que ensayó una política económica-social que cuestionaba el programa de austeridad fiscal del FMI que sembró de pobreza a ALyC y a nuestro país. Se canceló en 2007 la deuda con el Banco Mundial. Se realizaron cambios estructurales al establecerse una nueva circulación monetaria de la renta petrolera para privilegiar la categoría de la inversión, avanzar sustancialmente en la intermediación financiera para una banca con propensión a contribuir a la producción y se desmontó la ya comentada apertura petrolera.
Se superó al neoliberalismo no sólo por ser dignos e independientes frente a las instituciones del orden financiero global, también por demostrar que era posible crecer económicamente y al mismo tiempo adelantar la política de la inclusión social que tanto desprecia el egoísmo y el odio de los poderosos y de los que sin serlo se enajenan: La igualdad sustantiva de los que en Venezuela vivimos.
Hasta acá apenas una síntesis del legado de un gran venezolano: Hugo Chávez Frías, el que nunca traicionó a su pueblo humilde y a sus ideales. El devenir es responsabilidad de su pueblo y de quienes asuman el liderazgo. Chávez cumplió.
22-4-13
Comentarios
Los comicios electorales del 14 de abril nos dejan una reflexion aguas abajo, se debe atender al pueblo los 365 dias. Esto con la finalidad de acompañar y resolver a las organizaciones de base del poder popular (OBPP), sus necesidades, problematicas, ejecucion de proyectos, ver cuales son sus potencialidades y debilidades y sobre todo minimizar juridicamente hablando la burocracia.