Memorias

18.Oct.2014 / 11:32 am / Haga un comentario

Prensa PSUV.- Hoy 18 de octubre se cumplen 49 años de la detención del profesor Alberto Lovera por parte de la Digepol, para luego ser asesinado por la policía política del gobierno puntofijista del adeco Raúl Leoni, hecho que junto al de Víctor Ramón Soto Rojas en 1964, inició en Venezuela la figura del desaparecido político.

Alberto Lovera fue secuestrado por la policía política del régimen Betancurista, durante el gobierno de Raúl Leoni, el 18 de octubre de 1965, frente a la Ciudad Universitaria de la UCV, en la Plaza Las Tres Gracias, Caracas, y su cuerpo aparecido destrozado y encadenado en las playas de Lecherías, estado Anzoátegui, el 27 de octubre de 1965.

Este execrable crimen le fue servido en bandeja de plata al imperialismo norteamericano por sus serviles verdugos, quienes para aquel momento eran: Raúl Leoni, presidente de Venezuela; Gonzalo Barrios, ministro de Relaciones Interiores; Luis Vera Gómez, ideólogo de la represión y la tortura, director general del Ministerio de Relaciones Interiores; y el inefable y tristemente célebre criminal José Jesús Patiño González, director de la Gestapo venezolana, entiéndase Dirección General de Policía (Digepol).

Desde muy temprana edad, Lovera fue un incansable luchador por los intereses del pueblo.

En 1952 es electo Diputado al Congreso Nacional, lo cual rechaza en desacuerdo por el fraude electoral que dio como ganador al Cnel. Marcos Pérez Jiménez a la Presidencia de la República.

Cuando se constituye la Junta Patriótica, en junio de 1957, forma parte integrante de la misma en representación del PCV.

En 1958, a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, dirige las acciones en los barrios populares de la capital.

Después de su detención, fue torturado durante nueve días consecutivos, hasta que lo asesinan.

El gobierno difundió la falsa información de que Lovera se había retractado de su orientación política y por ello había sido ejecutado por sus propios compañeros de la línea “dura”.

Su cadáver fue arrojado al mar con el fin de desaparecerlo, pero recaló en la playa de Lecherías, estado Anzoátegui, el 27 de octubre de 1965.

El cadáver de Alberto Lovera tenía totalmente destrozadas la cara y las manos, para evitar ser identificado a través de sus facciones, estudios dentales o a través de sus huellas digitales. Sin embargo, la medicatura forense después de analizar detalladamente los despojos, logró determinar que éstos pertenecían al dirigente político.

Quedó demostrado gracias a las investigaciones realizadas por los familiares de Lovera y el trabajo del aquel entonces diputado José Vicente Rangel, que su asesinato fue ejecutado por órdenes del director de la Digepol, J.J. Patiño González.

El cuerpo de Alberto Lovera, fue exhumado el 26 de junio del pasado año, como parte de las políticas de esclarecimiento de la verdad y la justicia que se llevan a cabo hoy en el país,

El procedimiento realizado en el Cementerio General del Sur, fue coordinado por la directora de Protección de Derechos Fundamentales del Ministerio Público, María Mercedes Berthé, quien estuvo acompañada por los fiscales nacionales 8º, 39º y 80º, Mery Gómez, Juan Carlos Tabares y Elvis Rodríguez, respectivamente.

También estuvieron presentes en el acto de exhumación, los fiscales 81º auxiliar y 83º del Área Metropolitana de Caracas (AMC), Héctor Alvarado y Alba Martínez, respectivamente.

Los expertos de la Unidad Criminalística Contra la Vulneración de Derechos Fundamentales del Ministerio Público en Caracas, fueron los encargados de realizar la exhumación, diligencia que fue acordada por el Tribunal 39º de Control del AMC.

Permaneció varios meses en una tumba sin nombre ubicada en el cementerio de Barcelona, capital del estado oriental, hasta que en marzo de 1966 su cuerpo fuera exhumado y reconocida su identidad mediante investigaciones forenses.

El pasado 26 de marzo su cuerpo fue exhumado por el Ministerio Público para realizar nuevos estudios que determinen los excesos cometidos por los cuerpos represivos y las personas responsables de su asesinato, el cual conforma la lista de las violaciones sistemáticas de los derechos humanos durante los gobiernos de Acción Democrática y Copei.

En agosto falleció su esposa, María del Mar Álvarez de Lovera, quien perteneció a la Comisión por la Justicia y la Verdad, creado para investigar los crímenes políticos del puntofijismo, como el de Lovera y otros combatientes socialistas.

Hoy más que nunca debemos mantener viva la memoria histórica de las y los venezolanos, mantener viva la llama de todos los que allanaron el camino para acercarnos al proceso revolucionario que hoy vivimos, caminar acompañados de su memoria y ejemplo hacia el futuro y nunca olvidar los abominables crímenes del bipartidismo adecopeyano.

 

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