Opinión

10.Jun.2024 / 01:59 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por Freddy Gutiérrez

Primeramente, ¡Un saludo revolucionario para todos y todas! Recordándoles mi reciente artículo FASCISMO DISFRAZADO EN VENEZUELA, hoy les traigo más para seguir desnudándolo. Vengo a enviarle un saludo al Presidente de Argentina, Javier Milei, respecto a sus recientes declaraciones donde, dijo tranquilamente a los medios de comunicación internacionales, que podría encabezar una cruzada de acciones contra Venezuela, además de estar dispuesto a convencer a otros países de acompañarle… “Sí, yo estaría dispuesto a hacerlo, porque la carnicería que es Venezuela es verdaderamente inaudita; lo mismo que la isla cárcel de Cuba”. Asimismo, llamó “asesino terrorista, un comunista” al Presidente de Colombia Gustavo Petro y se atrevió a decir que las matanzas ejecutadas por Israel están “dentro de las reglas del juego” que “Israel no está cometiendo ni un solo exceso”.

En casi seis meses de agresión a Gaza, el ejército israelí ha matado 44,000 palestinos, incluyendo 8,000 sepultados bajo los escombros de destrucción sistemática, y más de 75,000 heridos. El 70% de las víctimas son niños, mujeres y ancianos indefensos.

Hoy vengo a presentarles a Milei, el continuista de “la teoría de los excesos” de Videla… (por el verbo les reconoceréis). Aquí tienen un preámbulo sobre quien fue Videla y porque se encuentra en la misma frase junto a Milei, para que puedan sacar sus propias conclusiones sobre quienes son dictadores y/o fascistas.

Durante la presidencia de Jorge Rafael Videla (que fue a través de un Golpe Militar), se implementó una brutal dictadura en Argentina, sucedida entre los años 1976-1983). Estuvo colmada de violaciones masivas a los derechos humanos contra la población civil, un periodo que en ese país se recuerda con espanto, a decir de, detenciones arbitrarias e ilegales, exilios forzosos, torturas, violaciones y abusos sexuales, secuestros, robo de bienes, ataques a las libertades civiles, políticas, supresión del derecho a la defensa y diversas… ejecuciones.

De hecho, según lo que he leído, ni siquiera existe un número exacto y definitivo de personas asesinadas por la dictadura argentina entre 1976 y 1983, pues las fuentes ofrecen distintas aproximaciones:

Organizaciones de derechos humanos y la mayoría de partidos argentinos: sostienen que la cifra ronda los 30.000 desaparecidos, lo que implicaría un número similar de asesinatos.

Documentos desclasificados de Estados Unidos: revelan que el propio ejército argentino reconoció haber matado o hecho desaparecer a 22.000 personas entre 1975 y mediados de 1978.

Jorge Videla: el ex dictador argentino, en una entrevista en 2012, mencionó que la cifra de muertos rondaba entre 7.000 y 8.000.

Es importante destacar que, esa cifra oficial de 30.000 no solo incluye a personas asesinadas, sino también a personas que fueron secuestradas y desaparecidas… sin que se hayan encontrado nunca sus cuerpos.

Asimismo, en ese terrible periodo se prohibieron y quemaron libros que no le convenían al gobierno, así como se persiguió y desapareció a los intelectuales opositores (especialmente estudiantes) –recuerden el caso mencionado en mi artículo anterior, el del intelectual italiano Antonio Gramsci, apresado ilegalmente hasta su muerte, por Mussolini-. Así, un ejemplo de estas arbitrariedades de corte fascista fue, el 29 de abril de 1976, en Córdoba, cuando una pila de libros ardió en el Regimiento de Infantería Aerotransportado de La Calera. En contraste, en Venezuela más bien se promueven ferias de todo tipo de libros constantemente pues aquí se cree en el poder de una población informada y culta –pensamiento que comparto- y por ello, me formo constantemente y comparto con ustedes estos modestos análisis.

Otro recuerdo nefasto para el pueblo argentino es La Noche de los Lápices. Se trató de una serie de secuestros y asesinatos de estudiantes de secundaria ocurridos en la ciudad de La Plata, Argentina, durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores.

Diez estudiantes fueron secuestrados en sus casas por grupos de tareas de la policía y del ejército. Los llevaron a centros clandestinos de detención, donde fueron torturados y sometidos a brutales interrogatorios. De esa situación, solo sobrevivieron tres: Gustavo Calotti, Pablo Díaz y Myriam Lewin, pues los otros fueron asesinados (y sus cuerpos nunca fueron encontrados). Esta barbarie, se convirtió en un símbolo de la resistencia a la dictadura argentina y un recordatorio de los crímenes atroces que se cometieron durante esa época. Y lamentablemente hay más de eso. Se trata de la Mansión Sere, también conocida como Quinta Seré o Atila; fue un centro clandestino de detención (CCD) ubicado en Buenos Aires -de los muchos que había, pues se menciona que existieron más de 600 espacios de uso similar para torturas, durante la última dictadura militar en Argentina-. Otro de ellos fue el Pozo de Banfield.

En la Mansión Sere se llevaron a cabo secuestros, torturas y asesinatos de personas consideradas «subversivas» por el régimen militar. Se estima que alrededor de 2000 personas pasaron sólo por este (CCD) con el objetivo de eliminar a la oposición política y social.

Los responsables de los crímenes cometidos, fueron miembros de la Fuerza Aérea Argentina, con la colaboración de la Policía Bonaerense de Castelar, siendo uno de los represores más conocidos que actuaron en este CCD es: Jorge «El Tigre» Acosta (condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, tiene 82 años).

Este lugar quedó al descubierto cuando el 24 de marzo de 1978, en coincidencia con el segundo aniversario del golpe militar, el futbolista Claudio Tamburrini, Daniel Rusomano, Guillermo Fernández y Carlos García Muñoz lograron evadirse descolgándose desnudos y esposados desde una ventana del primer piso. Hechos recreados en la película Crónica de una fuga, del director de cine Adrián Caetano (año 2006).

Luego de esa fuga, la mansión fue dinamitada. Para 1985, una vez llegada la democracia, se gestionó la recuperación del lugar para construir un polideportivo llamado: Gorki Grana. Y, a partir del año 2000, funciona allí la Casa de la Memoria y la Vida y la Dirección de Derechos Humanos, siendo el primer caso en Latinoamérica de recuperación de un espacio tan tenebroso que quede para la memoria histórica recordándose a las víctimas del terrorismo de Estado, con el fin de que modifique el presente y proyecte construir un futuro distinto.

En el año 2012, el dictador Jorge Rafael Videla fue condenado a 50 años de prisión por el robo de bebés, hijos de las victimas cautiverio (madres secuestradas y desaparecidas). Se trató un plan sistemático para apropiarse de los bebés, que fueron separados de sus madres al nacer y entregados a familias afines al régimen (falsificándoles la identidad) negándoles así el derecho de conocer su origen. Se estima que alrededor de 500 bebés fueron robados durante la dictadura, una barbarie, considerada un crimen de lesa humanidad, que sigue siendo una herida abierta en la sociedad argentina. La búsqueda de los nietos apropiados y el juicio a todos los responsables son una deuda pendiente de la democracia. Para mi sorpresa, el genocida de Videla, ni pudo pagar por sus crímenes, pues falleció al poco tiempo de estar preso, tirado sobre el inodoro de su celda en la madrugada del 17 de mayo del 2013.

Es importante destacar que la práctica de salir así de los bebés, proviene desde los griegos, pues así los genocidas se aseguran de no dejar posibles enemigos que busquen venganza. Un caso similar pasó, en los años 60, entre Cuba y EEUU, pero daría pie a otro artículo: La Operación Peter pan.

Antes de culminar, les dejo un párrafo que conseguí y describe la desfachatez con la que, los genocidas, suelen intentar librarse mentalmente de la responsabilidad de sus acciones: Cuando estaba preso, Videla le concedió unas largas entrevistas al periodista Ceferino Reato, que publicó en el libro Disposición Final. En esas charlas, el dictador terminó admitiendo que no hubo ningún exceso, sino pura planificación de la acción criminal del Estado. «Era el precio a pagar para ganar la guerra y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la Justicia ni tampoco fusiladas».

«Para no provocar protestas dentro y fuera del país se llegó a la decisión, sobre la marcha, de que esa gente desapareciera» añadió, con frialdad.

El terrorismo de Estado en Argentina fue un período oscuro y terrible en la historia del país, donde aún, hoy en día, se sigue luchando por la justicia y la memoria de las víctimas. Quizás haya que recordarle al Presidente Milei que estudie bien que hay tras la frase: terrorismo de Estado, para que honre su investidura y como decimos en Venezuela, respete y sea serio.

Escríbanme, siempre los leo. Un abrazo fraterno camaradas,

¡Hasta el próximo artículo!

Freddy J. Gutiérrez González
@freddygutierrezgonzalez

 

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