Opinión

4.Ago.2023 / 01:10 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Recordando el valor de nuestra soberanía 

Por: Freddy Gutiérrez. 

¡Un saludo a todos (as), mis estimados camaradas! Hoy quiero comentar sobre un evento de importancia trascendental como lo fue el del pasado 24 de julio, en pleno estado Zulia, donde tuvo lugar desde el Paseo Vereda del Lago de Maracaibo, el Desfile Bicentenario de la Batalla Naval, ocurrida precisamente en ese Lago un 24 de julio del año 1823. Por supuesto, este acto conmemorativo estuvo encabezado por nuestro Presidente Nicolás Maduro, que también se realizó con motivo de los 240 años del Natalicio del Libertador Simón Bolívar y día de la Armada venezolana. ¡Un tres en uno!

Asimismo, cercano al área donde se encontraban algunas estatuas de los héroes que participaron en esta mencionada contienda (que fue tanto terrestre como naval), el Presidente inauguraba el Monumento Épico Bicentenario “Batalla Naval del Lago de Maracaibo” y desde el patrullero oceánico AB “Kariña” (PO-14), encabezó el desfile naval y aéreo, en este insigne lugar, donde, como allí oportunamente se dijo “cayó la tiranía y se selló la libertad de nuestro país”. Esto sucedió durante el combate entre la escuadra republicana, liderada por el Almirante neogranadino José Prudencio Padilla y la escuadra de España, dirigida por el Almirante Ángel Laborde y Navarro. Con 22 embarcaciones, un arsenal de 85 cañones y una escuadra de combate que contaba con 1.312 hombres, los patriotas lograron ganar a las fuerzas realistas al mando de Francisco Tomás Morales.

Según recuerdo haber leído, en principio, se estaba tratando de lograr un proyecto unificador del General Francisco de Miranda, que luego retomó nuestro Libertador Simón Bolívar en 1819 y lo bautizó como República de Colombia (en su momento conformado por Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela). Y como ya todos debemos saber, nunca se pudo concretar. ¡Así de grande habría sido nuestro territorio!

Entrando ya en tema, para el año 1823, fue que tuvo lugar la batalla que aquí mencionada, con unas fuerzas realistas que se verían diezmadas; sin embargo, tras la toma de Maracaibo el año anterior por el General Francisco Tomás Morales, se puso en riesgo la Independencia y la libertad de la nueva República, donde, el General patriota Rafael Urdaneta sólo podía contener el avance realista puesto que ellos contaban con suministros y provisiones que llegaban desde Maracaibo y España – escoltados por la flota real-.

Visto esto, el General Francisco de Paula Santander notando la necesidad que había de controlar los mares para la guerra, designó al Almirante José Prudencio Padilla, para que liderará la flota naval patriota y terminará con la hegemonía real en las aguas del Lago de Maracaibo.

Es importante señalar dos situaciones. Primero, que esta batalla se haría venciendo un reto técnico casi imposible en ese entonces: lograr incursionar con una flota de guerra en el Saco de Maracaibo que contaba con fuertes vientos, mareas cambiantes, fondos muy bajos y traicioneros que eran la perdición para los barcos de guerra de gran tonelaje. Por estas razones, acceder por la Barra y sortear las baterías del Castillo de San Carlos era considerado, para la época, como una misión imposible… hasta suicida.

Segundo, dos años y un mes antes, El Libertador Simón Bolívar, había vencido a Miguel de la Torre y Pando en la Batalla de Carabobo. Así que, para ese mes de julio del 1823, solo quedaban Maracaibo y Puerto Cabello en poder de los realistas. Es entonces, cuando el general venezolano Manuel Antonio Manrique, inició las acciones en tierra, se apoderó de Maracaibo y destruyó la defensa artillada en toda la hoy capital del estado Zulia, del cual era el comandante. Tomar Maracaibo le permitió al General Manrique, colaborar inmensamente en el desarrollo definitivo de la batalla que selló la liberación de la parte occidental de nuestro territorio, con el encuentro marítimo, en el cual el jefe naval fue el Almirante José Prudencio Padilla.

Para esta heroica misión, Padilla contaba con varias embarcaciones, siendo las de mayor poder de fuego los bergantines y goletas. En ese momento dispuso de cuatro bergantines, nueve goletas, tres flecheras, dos lanchas y un bote; por su parte, con el propósito de continuar la reconquista, el imperio español designó al Almirante Ángel Laborde y Navarro -jefe de escuadra de la Real Armada Española -quien zarpó desde Cuba con refuerzos- teniendo bajo su mando cuatro bergantines, nueve goletas, tres flecheras, dos lanchas, un bote, más dos pailebotes, cinco faluchos y siete piraguas.

De esta manera, el 15 de marzo de 1823 el Almirante Padilla zarpó desde Cartagena rumbo a Los Taques, en la Península de Paraguaná (estado Falcón), dando inicio a la contienda naval más importante hasta ese año, en Colombia. Esta flota naval patriota arribó a Los Taques el 4 de abril, con el fin de forzar la barra, para lograr tener acceso directo a la ciudad de Maracaibo -que era fuente de abastecimiento de los Realistas-.

El 8 de mayo, el Almirante Padilla ordenó el avance sin detención sobre la Barra, mientras que, el ejército español apostado en el Fuerte San Carlos se preparaba para evitar el cruce patriota. Al divisar en el horizonte que la flota patriota se acercaba, desde el castillo se dio la orden de fuego a discreción con la artillería. Aunque la flota logró cruzar la Barra, durante el forzamiento, el bergantín Gran Bolívar encalló, recibiendo 15 impactos de cañón quedando neutralizado.

Posteriormente, el 14 de mayo, los patriotas consiguieron fondear en Punta de Palma teniendo contacto con la flota realista, logrando ponerla en fuga. Sin embargo, luego de tres encuentros parciales con la escuadra española, la flota colombiana se apostó en Moporo, con el fin de reabastecerse y el 30 de mayo en La Ceibita, se topó con el Coronel Manuel Manrique -comandante de las tropas patriota- con quien coordinó el ataque en tierra. Entonces, el Almirante Padilla recorrió Gibraltar, Corona y Giripare en búsqueda de voluntarios, disponiéndose para el combate final.

El 14 de junio llegaron a los puertos de Altagracia y allí permanecieron hasta el 16 de julio donde recibieron la noticia de la llegada del Almirante Ángel Laborde y Navarro con refuerzos españoles. Al poco tiempo, Padilla había recibido una nota de Laborde, fechada el 17 de julio de 1823, diciendo lo siguiente:

“Almirante José Prudencio Padilla participo

a vuestra señoría que me hallo con

medios muy sobrados para conseguir su

total exterminio si éstos fuesen mis

deseos y mi intención, pero sólo han sido

por ver cesar los males de la guerra y

evitar la difusión de sangre por lo

tanto y ante todas estas cosas proponga

vuestra señoría una honrosa

capitulación. Firma: Almirante Ángel

Laborde y Navarro”.

Ante esto, dos días después, el 19 de julio de 1823, el Almirante Padilla contestó la misiva, con total gallardía, de la siguiente forma:

“Almirante Ángel Laborde y Navarro,

asegura vuestra señoría que no le daré

la molestia de venir a recibir mi salud,

muy distante de éste apostadero iré por

el camino de la gloria a encontrarlo.

Firma: Almirante José Prudencio Padilla.”

Como era de esperarse, el ataque se consumó. El Almirante Padilla dispuso de dos líneas a los flancos, siendo la derecha la encargada de evitar la huida. El Independiente, navío insigne de la flota patriota, mantenía vivo el fuego contra el San Carlos de los realistas. Los artilleros apuntaron al borde de la nave capitana de Laborde disparando y destrozándolo todo poco a poco. Por lo que, Laborde ordenó ir a la costa pues la nave ya estaba bastante dañada. El San Carlos se dispuso a virar a estribor para alcanzar la playa, cuando el navío gobernado por Padilla, pasó por la popa acabando con su timón y parte del casco. Evidentemente, al estar la nave en naufragio, los sobrevivientes -incluidos Laborde- saltaron al agua intentando alcanzar la playa. ¡El San Carlos había sido derrotado!

Pero eso no fue todo, ya que, poco después se escuchó un ruido atronador cosa que indicó que El Esperanza de los realistas, también había sido totalmente destrozado. ¡Con ello quedaba en manifiesto la fuerza patriota! Y al poco tiempo se anunciaba la victoria colombiana.

La consecuencia directa de este ataque patriota, es que la mayoría de las unidades enemigas fueron destruidas, otras capturadas y sólo dos goletas lograron escapar. El jefe de escuadra, Ángel Laborde y Navarro, abandonó apresuradamente la batalla, dirigiéndose al Castillo de San Carlos donde se embarcó de regreso a Cuba, junto con Morales, quien decidió capitular, entregar el Fuerte y finalmente, ceder el dominio de Maracaibo.

Así fue como La Batalla Naval del Lago de Maracaibo selló definitivamente nuestra Independencia y el Libertador Simón Bolívar pudo proseguir, en Las Campañas del Sur, que se trataba de una serie de campañas militares que emprendió la Gran Colombia al sur de su territorio entre 1821 y 1826, contra el dominio español en América del Sur, que tuvieron una importancia decisiva para la independencia de las actuales repúblicas de Ecuador, Perú y Bolivia.

De este modo, quedó plasmado para la posteridad, como el 24 de julio de 1823 el Almirante José Prudencio Padilla y sus valientes hombres abrieron el libro de la historia para escribir sus nombres con un fuego libertario sobre las aguas del Lago de Maracaibo, cumpliendo este año sus 200 años de gloria.

Antes de finalizar, cabe destacar que, el 11 de mayo de este año 2023, la designada Comisión Especial de la Batalla Naval de Maracaibo se encontraba agilizando el proceso de reconocimiento de tres próceres venezolanos que participaron con todo su valor y coraje en la contienda naval del 24 de julio de 1823, para el ingreso de sus restos al Panteón Nacional. Se trata de los héroes y heroínas: Ana María Campos y Cubillán de Fuentes, Domitila Flores y el Teniente Coronel de Navío Pedro Lucas Urribarí.  ¡Honor a quien honor merece!

Por último, como es costumbre y a propósito de lo que aquí pude haber aprendido, deseo culminar esta insigne historia con una emblemática frase sobre estrategia, del general y estratega chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo y escribió el reconocido manual El arte de la Guerra:

«La calidad de cada decisión es como el golpe oportuno de un halcón que le permite golpear y destruir a su víctima». Sun Tzu.

Por este tipo de hazañas, quienes alguna vez nos dominaban por la fuerza y lograron separarnos, ahora que nos estamos uniéndonos, nos temen. Continuamos despertando y… ¡seguimos venciendo!

Escríbanme, que siempre los leo. Un abrazo fraterno para todos (as) camaradas, gracias por leerme,

 

¡Hasta el próximo artículo!

 

 Freddy J. Gutiérrez González

@freddygutierrezgonzalez

 

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