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12.Ene.2021 / 09:56 am / Haga un comentario

Alfredo Carquez Saavedra

Hace unos días el Daily Maverick, periódico sudafricano, publicó una serie de exclusivas que dejaron desnudo, no al rey de la famosa historia infantil, sino a los gobiernos del Reino Unido que, como segundones que son de las pautas que se fijen en la Casa Blanca, también destinaron dinero de sus contribuyentes para financiar la guerra sucia, la desinformación y la inestabilidad política en la República Bolivariana de Venezuela.

En todo eso que es muy antiguo en la historia de la humanidad y que ahora, con el desarrollo y uso masivo de las redes sociales, se conoce como Guerra de IV Generación los primeros ministros de su majestad la reina Isabel, se gastaron aproximadamente un millón de dólares.

Esa información no fue entregada por autoridades británicas así no más. Se vieron legalmente obligadas a desclasificarlas. Claro, el comunicado de la Embajada de ese país que aun tiene reyes y nobles y en el que se habla de libertad de expresión y de medios de comunicación libres, para nada se dice algo al respecto. Tampoco lo recuerdan los portales periodísticos, las mal llamadas organizaciones no gubernamentales, ni las instituciones que tienen el descaro de autocalificarse de “independientes” cuando, entre otros detalles, son pagados por potencias extrajeras.

Este hecho, por supuesto, era un secreto a voces. Pues antecedentes hay. Ya desde hace una década era noticia -silenciadas por los medios de comunicación privados- que, por ejemplo, el Instituto Prensa y Libertad recibía fondos provenientes de instituciones del gobierno estadounidense.

Ahora bien, ¿acaso las potencias extranjeras dan dinero a cambio de nada? Leo un trabajo publicado en El Estímulo en el que, además de dar pena ajena por el tono, los clichés, lo aburrido y lo mal escrito, se pretende desviar el asunto de fondo y se apela por las banderas de la libertad de prensa y de expresión. Esa línea la repiten otros portales que parecieran, con esto, poner sus barbas en remojo y huir hacia adelante para evitar tropezarse con la verdad.

Lo más grave en esta historia es que se atan cabos, se llega a la conclusión que estas “contribuciones” tan generosas que los primeros ministros ingleses han distribuido entre algunos medios criollos como Efecto Cocoyo y el Instituto Radiofónico Fé y Alegría, e instituciones como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, están relacionadas al final del camino con el creciente interés de las transnacionales petroleras por los recursos existentes en las aguas territoriales venezolanas del Esequibo, explotados hoy de manera ilegal por compañías como la ExxoMobil.

La Constitución Nacional garantiza en su artículo 57 el derecho a la libertad de prensa y la libertad de expresión. Pero también establece en su artículo 130 el deber de “honrar y defender la patria, sus símbolos y valores culturales, resguardar y proteger la soberanía, la nacionalidad, la integridad territorial, la autodeterminación y los intereses de la Nación”.

El Código Ética del periodista venezolano establece (artículo 7) que “el periodista está en la obligación de defender la nacionalidad…” y (artículo 20) que “el periodista rechazará donaciones o contribuciones de origen público o privado, dirigidas a interferir o influenciar su labor informativa”.

alfredo.carquez@gmail.com

 

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