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13.Mar.2020 / 08:20 am / Haga un comentario

Foto: JPsuv

Por: Ramón Centeno
@elboligrafo

9 de marzo. Son las mismas botas con las que caminó en la tierra de Alí Primera: en la goma está el reflejo del uso que les ha dado en las marchas: «¡Buenas noches muchachos!», pausa el ambiente Diosdado.

Iba prestándole atención a cada paso: sereno, dicharachero y animado. Voltea el reloj que lleva en la muñeca y mira hacia el cielo como diciéndole a alguien, «aquí estoy de nuevo» y como un maestro de la Academia Militar vuelve a rememorar: Esta trinchera pertenece al comandante Chávez. Esto es el Panteón natural, dijo a los integrantes de la Dirección Nacional de la JPSUV, mientras la llama del fuego sagrado dejaba ver el rostro quemado por un sol abrasante propio del estado Falcón.

El viento era tan fuerte que tumbaba las hojas verdes del cedro. Ese día la luna estaba más cerca de la tierra. Eran las 7:30 de la noche y del cielo brotaba una nube rojiza que se paseaba de un lado a otro engalanando un firmamento con pocas estrellas. Allí están: un cañón, una flameante llama que no descansa y una carga histórica que resguarda al hombre que dio todo por la patria.

Sean capaces de estar a la altura del momento histórico que vive Venezuela. La Patria bolivariana está siendo atacada por mercenarios y no podemos quedarnos de brazos cruzados. Es así, dijo Rodbexa.

El Cuartel

8:20 de la noche. Afuera hay varios asientos entre la grama y las aceras. Todo está impecable. En la antesala te recibe un gran portón de madera y columnas de concreto que dan solemnidad y recuerda a cualquier pasillo de Miraflores; es el Cuartel 4F. Al fondo y en medio de una flor está el referente de la juventud: Hugo Rafael Chávez Frías.

«¿Saben quién venía todos los días para acá?, Eliécer Otaiza. Él, después de cada jornada de trabajo llegaba y le pedía fuerza a Chávez. Eso lo sabía la derecha».

«Otra compañera que llegaba cada semana era María León, ella dejó de subir porque no podía más. Nuestra María decía que sufría mucho al saber que el Comandante ya no estaba físicamente».

De pie, dos horas y sin interrupción Diosdado ratifica: «Ustedes… (y miró hacia el frente) tienen que desarrollar el instinto de prever. No permitir que uno se rinda y deben mantener la llama de lucha encendida».

Mueve las manos con la misma emoción de un chamo que juega pelotica de goma. Relata, narra y describe en plural: nosotros.

Recordó a Fabricio Ojeda, a exministros leales a Hugo Chávez y exaltó el ímpetu de Fidel, Evo y Nestor. Evocó algunos episodios del golpe de abril 2002 y puso dos rosas sobre el sepulcro.

Virginia

¡Chap, chap!, chapotea en silencio una rosa sobre el agua que circunda ‘La flor de los cuatro elementos’. Es Rosa Virginia quien sentada a un costado deja llevarse por las ideas. Allí estaba: igualita con su melena ensortijada y una media sonrisa que te indica que la tristeza se acomoda en el alma cuando las ausencias son tan grandes.

Por cierto, refiere Diosdado: «pocas veces el Comandante compartió en un cumpleaños de sus hijos. Él -en referencia a Hugo- siempre estuvo entregado al deber revolucionario. Pero, recalcó: los amores de su vida fueron ellos».

10:20 PM.  La combativa parroquia 23 de enero vigila con lealtad. Las luces encendidas son el reflejo de que allí nadie duerme. Aprovecha entonces para hablar de humildad entre compañeros: comenta, compara, matiza y reflexiona.

Tres máximas que nunca fallan en el andar: «Humildad para aprender, crecer y avanzar». Entonces echa la mirada a un lado para recordar: en campaña agarrábamos carretera sin nada en el estómago solo llevábamos pan y cambúr. Chávez comía lo mismo.

No hay cámaras de televisión ni micrófonos.

– «¿Me escuchan todos?», pregunta el hombre que más ha sido amenazado por el imperialismo norteamericano.

-«Sí», afirman los que están más lejos.

Era como el tiempo paralizado. Nadie interrumpía: «No traicionemos al pueblo y el que  quiera traicionar que se aleje, porque nosotros no llegamos aquí para mentir», sentenció Cabello mientras pedía que no se le acepte favores a nadie: «Chávez no aceptó ningún regalo. Por eso lo atacaron».

Corrupción cero

Repitió la palabra revolución con  la misma intensidad  para decir: Olvídense de los amigos fáciles. La gente se corrompe una vez y de allí en adelante venden hasta el alma.

En este punto hace un alto como recordando algún momento de su tierra natal EL Furrial. Organiza algunas anécdotas y como una forma de acercarse más a las inquietudes de los jóvenes les recuerda que en cada responsabilidad que les otorgue la Revolución Bolivariana «tienen que dejar una huella de eficiencia imborrable» .

En El Cuartel, las flores que dejaron al Comandante -por los siete años de su siembra- permanecen intactas. Solo las rosas blancas regaron sus pétalos sobre el piso del sepulcro haciendo una caminería.

El viento entra con más fuerza. Rosa Virginia ya no está abajo, otea desde un muro como si su padre fijara su mirada en cada uno los dirigentes juveniles.

Tenemos que amar al PSUV  «porque es la creación del Gigante Hugo», siguió diciendo – ante la mirada expectante de los chamos- «y todo lo que hacemos a diario es creación heroica de la política que nos enseñó este compañero» y apreta el puño y lo deja caer sobre el mármol que sostiene la inscripción: Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana.

Tres horas de diálogo y el Capitán seguía convirtiendo las palabras en clase. Una oratoria para un aforo familiar. Un verbo encendido pero bajito para que quedara solo ahí porque «hay que aprender a guardar secretos».

Juramento

Se acercaron más a Chávez. Uno, dos y tres pasos evitando interrumpir el descanso de El Arañero de Sabaneta: «aunque no creo que esté descansado. El Comandante vive pendiente de su pueblo».

Tres niños se acercan para escuchar a Diosdado:
«Es el mismo juramento que hiciera Bolívar en 1815 a su antiguo maestro Simón Rodríguez».
Alcen la mano izquierda, invitó.

Juran ustedes:
Por la Patria, la vida,  Chávez… Por Nicolás.

Pausa

Por luchar hasta vencer.

Otra pausa

¡Patria o muerte!

Se escuchó en eco:

«¡Sí, lo juramos!»

«Este es el acto político de mayor seriedad porque aquí está este hombre (Chávez), quien nos enseñó de moral y compromiso», resaltó Diosdado Cabello quien tenía a un lado a Rodbexa Poleo y del otro a Vielma Mora.

Y prosiguió: «Esto que terminan de hacer es un compromiso de vida y créanme que son ustedes (juventud venezolana) los únicos capaces de seguir fortaleciendo la Revolución Bolivariana».

Cada mano -una más joven que la otra- se detuvo sobre la tapa que cubre el cuerpo de Chávez como si quisieran sacarlo de allí y abrazarlo. El ambiente se puso más difícil: opaco y silencioso.

La Guardia de Honor incólume. Una cara dibujada por la disciplina se mantiene custodiando al jefe como a la espera de una orientación. Chávez está ahí, dijo uno.

11:05 de la noche. Diosdado: «En ustedes veo las caras del 4F. Jóvenes que no son oligarcas. Son pueblo, chamos del barrio y de los cerros».

«Me voy tranquilo y con la esperanza multiplicada»…y caminó con la misma seguridad de que Venezuela saldrá victoriosa del criminal bloqueo económico.

Al instante cargó contra la apatía: Tienen que andar para arriba y para abajo con una sonrisa.

Entonces suenan las cuerdas de una guitarra y lo acompaña un cuatro: todo lo hace recordar. El canto, el silbido, el poema y la letra. Todo es Hugo, el hombre de las dificultades.

Casi es la medianoche. Lleva la mirada hacia un punto fijo. Se humedecen los ojos pero las lágrimas se resisten. Aprieta el rostro. Ese es Diosdado, el humano, quien sigue de pie frente a su maestro.

Se despide una y otra vez. Sigue conversando. En la salida y sin reflejo de agotamiento ordena: «¡Vayan a descansar muchachos! Seguiré trabajando».

Volteó y volvió a pasar revista por donde llegó. Hizo algunos pasos. Llevaba la misma camisa que usa para las conferencias  de prensa. Lo veíamos a lo lejos mientras se perdía entre sus ayudantes.

Un paso, otro paso y ahí iba el hombre que quisiera el imperialismo norteamericano asesinar como hicieron con Qasem Soleimani.

Uno de los muchachos murmuró al aire: «¡Échale bolas Diosdado!, nosotros estamos contigo».

Crónica de un encuentro entre el Capitán Diosdado Cabello y la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela como recordatorio de aquel Juramento frente a Hugo Chávez
Marzo, 2020

 

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