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Formado políticamente por el Comandante Eterno Hugo Chávez, Héctor Rodríguez Castro, joven abogado, se la juega por las bases para gobernar el estado Miranda. Revolucionario, nacido en Río Chico, estuvo marcado desde su niñez por los valores humanistas que recibió en el seno de su hogar y que le abrieron un camino que más tarde lo pondría en la palestra de la lucha por las reivindicaciones estudiantiles desde su cargo como presidente de la escuela de Derecho en la Universidad Central de Venezuela. Fue en el 2007, cuando en un debate público desde el hemiciclo de la Asamblea Nacional, Rodríguez, defendió ante sus homólogos opositores las posibilidades ciertas de desarrollo e inclusión de la juventud con la Revolución en un momento estelar de lucha. Desde allí comenzó una gestión de alto nivel de gobierno. Casado y con dos hijos: Sebastián e Inti, no duda que la familia es lo primordial en la sociedad. Va por el PSUV a Miranda este 15 de octubre porque “los mirandinos merecen salir de la desidia en la que la han sumido y porque Miranda se merece el futuro”.
—¿Cómo recuerda su niñez?
—Mi mamá y mi papá son separados y crecí en un ambiente que si bien no era de militancia política era de mucha política social, donde siempre se escuchaba a Alí Primera, leyendo a César Rengifo, a William Shakespeare, y haciendo trabajo comunitario de calle con mi mamá.
—¿Qué historia tiene de su abuela materna Trina González?
—No la conocí. Ella fue del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Los hermanos de mi mamá y ella sufrieron mucho porque mi abuela fue muy perseguida por los gobiernos de Acción Democrática y Copei y eso los obligó permanentemente a mudarse, a cambiarse de escuela, a que mi abuela viviera en la clandestinidad por mucho tiempo y a perder contacto con su mamá en algunos periodos y eso marcó a mi mamá.
—¿Cómo se vivió eso en familia?
—Mi mamá es actriz de teatro y mi abuela muere antes de que yo nazca y mi mamá se refugió en la cultura, en el teatro, un poco huyendo de la política partidista por miedo a que sus hijos vivieran la vida que le toco vivir a ella; esa vida en la que estaban durmiendo y llegaba la policía política a media noche y agarraba a los niños y le volteaban los colchones para interrogarlos. Ella siempre le tuvo como mucho miedo a que sus hijos llevaran esa vida de persecución que a ella le tocó vivir.
—¿De dónde le viene su vocación social y política?
—Llego a la universidad y empiezo a militar en una organización política y me lanzo al Centro de Estudiantes y mi mamá pega el grito al cielo y pregunta que porqué me había metido en la política si ella trató de tenernos lejanos y le digo “eso no es verdad porque tú estuviste toda la vida haciendo trabajo de calle, escuchando a Alí, debatiendo en la dinámica social”. Sin embargo, fue imposible para ella desconectarse por completo de la política y el teatro que ella hace que es muy de calle, muy comunitario, muy político sin ella tener plena conciencia de eso, aunque no estaba presente la militancia partidista por la experiencia que había tenido su mamá. A ella también la marco para tener una perspectiva de la vida muy solidaria y de identificación social. Mi papá siempre ha tenido una vida más de militante, fue del Partido Revolucionario de Venezuela (PRV) y del magisterio venezolano. Es profesor de matemáticas y física y siempre estuvo en la dirigencia con los maestros. Entonces son dos dimensiones distintas, mi abuela y la influencia que tuvo sobre mi mamá y cómo a la vez que ella trató de huirle a la militancia política, también terminó encauzándonos esa vena social y que la marcó desde su militancia cultural.
—¿Una vivencia de su madre?
—Un día llegó del liceo a la casa y me encuentro que mi madre rompió la cocina y le digo que pasó y contesta “es que no hay espacio cultural en la comunidad y rompí la cocina para hacer teatro para la gente de la comunidad aquí”.
—¿Cómo le gustaría que fueran las ideas de sus hijos?
— Mi esposa viene de una familia militante de izquierda y tratamos de que nuestros hijos crezcan en la mayor libertad. Los tiempos en que a ellos les toca crecer son de mucha presión social. Hacemos el esfuerzo para que sean libres en su crecimiento y sus ideas. Nos encantaría que tuvieran una visión parecida a la nuestra, pero vamos a hacer todo el esfuerzo de que si llegan esas ideas, sean producto de su propia reflexión y que se pregunten el porqué de las cosas.
—¿Hace años sufrió un atentado, cómo le cambió la vida?
—Cuando Sebastián nació, que es el niño más grande, el de 5 años, fue cuando nos hicieron el atentado en la casa, un mes antes de que mataran a Robert Serra. A partir de ahí por supuesto las políticas de seguridad sobre mi entorno familiar han sido más fuertes. Antes salía a caminar las calles y eso hubo que limitarlo y por supuesto se ha construido una atmósfera distinta, sin embargo hacemos todo para que los niños no lo sientan y que tengan la mayor libertad posible.
—¿Cuándo comenzó su militancia política?
—En el 2000. En el liceo, tenía, como mi mamá, un grupo de teatro, era de la Sociedad Bolivariana y tenía mucha organización social pero más desde la perspectiva cultural, social y académica que de una organización estudiantil porque yo estudie en un liceo católico. Comencé a trabajar en dos turnos, en la mañana en un escritorio jurídico y en la tarde en un restaurante de comida rápida. En la tarde combinaba mis clases con un grupo que estaba naciendo llamado Proyecto de Integración Estudiantil (PIE) que se concentraba en la dimensión académica y cultural. Ya a los tres meses en la universidad habían elecciones y quede en el Centro de Estudiantes y a partir de allí comenzamos una dinámica, ganamos el centro de Estudiantes tres veces seguidas y luego aspiramos a la Federación de Centros Universitario (FCU-UCV).
—En el 2007, la juventud copa la escena de la Asamblea Nacional en un debate público. ¿Qué dejó ese momento?
—Ya estaba en la Federación y coincidimos con el debate en la Asamblea Nacional. Desde que nosotros ganamos la Secretaria de Reivindicación de la FCU-UCV el presidente Hugo Chávez llamó a una reunión de dirigentes estudiantiles de izquierda y allí se empezó a construir una red, un andamiaje de dirigentes estudiantiles que fue la antesala de lo que luego fue la juventud del partido.
—Cómo se vincula al Comadante Hugo Chávez.
—Desde que hablamos en la AN, ya habíamos tenido tres reuniones con él porque estaba interesado en saber qué pensaba la juventud y para que le dijeran cómo estaban las universidades y sus problemas. Nos asignó un teléfono que llamaban el Inter que tenía comunicación con él directamente y nos pidió lo mantuviéramos informado de todo. Ya yo estaba en el último año de mi carrera. Empecé a recorrer el país, porque él nos dio la tarea de conformar un movimiento estudiantil nacional y le pasaba informes diarios de lo que hacíamos. Una semana previa a su cumpleaños presenté mi último examen en la universidad y le informe para que tomará previsión de a quién iba a colocar en la tarea que me había dado porque dejaba la dirigencia estudiantil. Entonces me dice que iba a cumplir año y que iba a hacer una reunión en su casa y que fuera para allá y al llegar me dijo “te voy a nombrar mañana ministro del Despacho”.
—¿Cómo lo asumió?
—Yo tenía 26 años, el me felicitó y yo dije ¡Dios mío! Era un problema para mí porque yo nunca había asumido una responsabilidad como esa, no tenía un traje, vivía chivúo porque estaba en la dirigencia estudiantil y él me dice “prepárate, en dos días salimos para China, tienes que asumir el reto”, y yo que no había salido del territorio de la UCV, me preguntaba cómo se prepara un viaje para China. Llame a algunos amigos, me prestaron dinero, me compre un traje, una corbata. Algunos profesores me ayudaron y empezamos una dinámica muy intensa porque los seis meses que estuve en el Despacho de la Presidencia el Presidente tuvo una gira por 19 países pero además era la campaña de gobernadores y entonces nunca aterrizamos. Aparte no había nacido la juventud del partido y me dice “yo quiero que me acompañes al Despacho y quiero darte la tarea de que crees la juventud del partido”.
—Cómo fue su relación personal con Hugo Chávez.
—De papá-hijo. Si trabajas con Chávez es como estar sentado en una silla eléctrica las 24 horas, jamás te iba a dejar tranquilo. Yo dormía cuatro horas diarias. Llegábamos a las 3 o 4 de la mañana al despacho y me decía toma este libro, estúdiate esto y mañana lo discutimos. Yo creo que él me llevó al despacho más para una formación política.
—¿Una anécdota con Chávez?
—Tengo una experiencia bellísima porque fui el secretario de una reunión que se hizo en el primer vagón que llegó a América Latina donde estaba el Pepe Mújica, Fernando Lugo, Hugo Chávez, Evo Morales, y Eduardo Galeano y yo iba tomando nota.
—En ese tiempo tuvo un accidente ¿cómo lo enfrentó?
—Al final de la campaña tuve un primer accidente tonto. Fue un esguince pero hubo una mala praxis, enyesaron mal, se inflamó, se infectó y tuve que pasar a terapia intensiva. Allí tuve que retirarme del cargo, descansé diciembre y en enero Chávez me nombró vicerrector de la Unefa.
—Cuál fue su cargo de mayor complejidad en la gestión
—En el Despacho fue donde más aprendí y tal vez el más difícil fue el Ministerio de Educación. Fue muy complejo administrativamente porque tiene una nómina de 800 mil personas. El Ministerio de Educación de Venezuela es el más grande de América Latina. Además coincidió con la guarimba de 2014, y el esfuerzo para que la educación no asumiera la dinámica de la guarimba y nuestros hijos pudieran seguir teniendo clases tuvo que ser muy grande y de mucho desgaste.
— ¿Su experiencia en la Asamblea Nacional en 2016?
—No sé si fue la más compleja por ser un momento muy difícil para la Revolución, era la primera vez que perdíamos, tal vez fue el espacio que menos me ha gustado porque es muy miserable la política allí. Fue un momento en que éramos minoría y la vieja política volvió y allí nos dimos cuenta de cosas que no se parecen a lo que nos enseñó Chávez. Nos tocó más tener una voz de dignidad. Además es un espacio donde no se hace, solo se habla.Siempre procuré en la AN ser un canal de dialogo con todos los sectores, sin embargo habían momentos en los que no se podía porque los niveles de irrespeto obligaban a alzar la voz y a marcar con mucho carácter una línea en la que ellos estuvieran claro que de allí no podían pasar. Fue un espacio de la mentira, gente que podía decir cualquier barbaridad.
—¿Cómo se describe Héctor Rodríguez?
—Siempre me he considerado una persona más del dialogo. Cuando estuve en el Ministerio del Deporte, por ejemplo ,la Ley del Deporte que tenía 9 años trancada la aprobaron por unanimidad. Luego en el Ministerio de Educación que nos tocó las guarimbas, hicimos la consulta por la calidad educativa y convocamos a todos los sectores. Yo siempre he creído que en la política si bien uno tiene que tener mucho carácter, como decía Bolívar, uno no puede perder el modo. En la medida en que tú hagas las cosas en la que puedas dialogar y convencer, es mucho más práctico para toda la sociedad.
—¿Cómo se siente con el reto de poder gobernar Miranda?
—A mí me encanta que me hayan dado esta responsabilidad por mi condición de barloventeño y mirandino, y segundo porque Miranda está muy abandonada.
—Miranda se ha convertido de acuerdo a las estadísticas en un estado peligroso, ¿a qué se le atribuye este flagelo?
—En los últimos ocho años no se ha entendido la Gobernación como un espacio para gobernar Miranda. Un espacio dedicado más a la confrontación con la política nacional que a la confrontación con los problemas del estado. Eso ha generado que tengamos hoy un estado en una situación de abandono generalizado. Miranda es el estado más inseguro, con las peores vías, con los maestros, policías y bomberos peor pagados. Tal vez esto pasa desapercibido para muchos, porque lo que se ve de Miranda es la confrontación con el Gobierno nacional y no se evalúan los indicadores propios del estado. Yo lo asumo como un reto como mirandino y mi estado hay que recuperarlo de la desidia en la que está, porque afecta a todos.
—¿Qué factores podrían ser determinantes para que los electores de Miranda prefieran la Revolución?
—La situación de desidia y abandono del estado y porque la oposición ha cometido un conjunto de errores que afectan su liderazgo, uno de ellos la mentira. Ellos prometieron muchas cosas cuando ganaron la Gobernación que no fueron capaces de cumplir. Se atrevieron a prometer cuando ganaron la Asamblea Nacional que se acabarían las colas y fue una mentira. Prometieron a sus seguidores que en seis meses sacaban a Maduro, que la Constituyente no iba, que ellos no estaban en el diálogo y era mentira. La política de la mentira reiterada comienza a generar un nivel de desconocimiento al liderazgo opositor grande y peligroso. Lo otro es que Miranda ha sido sometida a la agenda de la violencia, del odio y fue epicentro de la guarimba de 2014 y 2017 y esto va más allá de las fuerzas políticas, porque la guarimba no era para hacerle daño a los chavistas, le hizo daño a los mirandinos y eso les molestó mucho y es difícil que gran parte del pueblo de Miranda salga a votar por quienes llenaron de odio las calles. Y tercero el desgobierno de ellos, se van después de 8 años y no tienen nada que mostrar. Por otro lado, el chavismo está muy unido y consciente del papel que le toca jugar y muy dispuesto a trabajar por reencontrar al pueblo de Miranda, por la paz y recuperar la economía, por eso creo que hay condiciones reales de ganar el estado Miranda.
—¿Cuáles son los desafíos de la Revolución en la entidad?
—Tenemos un reto por delante, si ganamos, de demostrar que podemos gobernar el estado Miranda de una manera distinta, recuperando su seguridad, su economía, fortaleciendo las políticas sociales y además cambiar la lógica de la planificación urbana con ciudades planificadas y organizadas más productivas donde la gente pueda vivir con dignidad. Desde el punto de vista electoral tenemos un reto, pero desde el ejercicio de gobierno vamos a tener un camino interesante que andar.
—¿Cómo se gobernaría con los alcaldes de oposición?
—En Miranda hay 21 municipios, 15 de la Revolución y los otros seis no lo son y le hemos mandado el mensaje que estamos dispuestos a trabajar con todos incluso con quienes pierdan la elección. Ojalá ellos entiendan que hay que mirar hacia el futuro y que no nos podemos quedar en los tiempos de la confrontación, porque la gente está saturada de que los dirigentes políticos solo se concentren en la pelea por el poder político.
— ¿Cómo describe al Comandante Eterno Hugo Chávez?
— Como mí padre.
—¿Para usted que representa Nicolás Maduro?
—Un valiente.
—¿Qué significa la familia?
—Lo más importante de la vida.
—¿Cómo recuerda a Robert Serra?
—Como un hermano.
—¿Qué es la Patria?
— El futuro.
—¿En este momento, cómo ve a Miranda?
— Como una gran esperanza.
—¿Por qué los mirandinos deberían votar por Héctor Rodríguez?
—Los mirandinos tenemos que darnos la oportunidad de mirar hacia el futuro, de salir de la dinámica de odio, violencia e inseguridad en la que nos encontramos y darnos la oportunidad de tener un estado más tranquilo, seguro, iluminado, que desarrolle su potencial turístico-económico. Tenemos esa oportunidad en las manos y si me dicen, ¿por qué me pides el voto?, yo digo, te lo pido para que miremos el futuro.
BIOGRAFÍA MÍNIMA
Barloventeño, nacido en Río Chico, estado Miranda, el 26 de marzo de 1982. Es bachiller, mención Oceanografía, y egresó de la Universidad Central de Venezuela como abogado. Es uno de los fundadores de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPsuv). Ha ocupado altos cargos de gestión en la Revolución Bolivariana como ministro para el Despacho de la Presidencia en el 2008-2010. Más tarde asumió el Ministerio para el Deporte hasta 2013 y ese mismo año fue ministro para la Juventud. En enero de 2014 asume el despacho de Educación y fue vicepresidente del Consejo de Ministros para Desarrollo Social y Misiones hasta 2015. En el 2016 fue electo como diputado a la Asamblea Nacional por el estado Bolívar y fue Jefe de la bancada de la Patria.
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