Noticias / Memorias
El 25 de mayo de 1810, fecha patria para los argentinos, evoca el movimiento proindependentista del Río que destituye al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, en la culminación de un ciclo de sucesos que, a propósito de la acefalía del poder real en la Península, derivada de la invasión napoleónica, dio el poder a la Primera Junta de Buenos Aires, presidida por el patricio Cornelio Saavedra Aires.
Causas
Se pueden establecer dos móviles principales de la Revolución de Mayo, las de orden político y las económicas. Entre las primeras destaca la conciencia territorial y de soberanía política que había prendido en la élite bonaerense, la que al igual que en Lima, Guatemala o Caracas, veía a los nativos de España como intrusos. En Nueva España (México) se les llamaba ´gachupines´, para diferenciar a quienes venían desde la Península a ocupar cargos los de los blancos criollos quienes no podían ejercer más allá del poder local en los ayuntamientos. Asimismo, Buenos Aires había resistido por 45 días la invasión inglesa de 1806, derrotada por las fuerzas de Santiago de Liniers, quien, héroe, asumió de inmediato el gobierno.
Ola continental
Al igual que la muchedumbre apretujada el 19 de abril de 1810 en la Plaza Mayor de Caracas, y cuyo grito ¨No lo queremos¨ dio legitimidad a la deposición del Capitán General Vicente Emparan, en Buenos Aires la élite promotora del cambio político, también se asomó al balcón para interrogar al pueblo acerca de su acuerdo con la sustitución del virrey Hidalgo de Cisneros por una junta de conducirían a la definitiva Independencia
Grupos
Dentro de los grupos que participaron en estas jornadas del Mayo rioplatense, destacan aquellos que aspiraban la absoluta liberalización del tráfico comercial, hasta quienes como Mariano Moreno abogaban por preservar con controles al ingreso de mercadería importada, las manufactura y producción local.
Pugilato epistolar
Un intenso cruce epistolar se da entre el 18 y el 25 de mayo entre el virrey Hidalgo de Cisneros y el Cabildo de Buenos Aires. El 21 el virrey, al tanto de las pretensiones de la élite bonaerense, y consciente de que su legitimidad pende del acatamiento a la monarquía por los rioplatenses, oficia al Cabildo ¨Vuestra Excelencia sabe bien, es la monarquía una e indivisible y por lo tanto debe obrarse de acuerdo a sus leyes´. El 22 el Cabildo bonaerense anuncia la convocatoria de un congreso con las corporaciones de la capital. Y el 23, el Cabildo comunica que ha sido subrogado el mando del virrey, el cual lo ejercerá el propio Cabildo.
Un 22 tumultuoso
La jornada del 22 de mayo dejó ver distintas posturas respecto al destino que debía darse al Río de la Plata. Desde quienes propugnaban un gobierno que representase la monarquía española, con el virrey Hidalgo de Cisneros a la cabeza -opinión defendida por el obispo de Buenos Aires, Lué y Riega- y la contraria, de Juan José Castelli, quien sostuvo ¨la reversión de la soberanía al pueblo de Buenos Aires…no existiendo ya…la España, en la dominación de don Fernando VII¨. Su intervención, crucial para las decisiones de la asamblea, le hicieron ganar el título de Orador de la Revolución.
¨El pueblo ratificó por aclamación¨
¨Y los señores habiendo salido al balcón de estas casas capitulares y oído que el pueblo ratificó por aclamación el contexto de dicho pedimento, después de haberse leído en altas e inteligibles voces, acordaron que debían mandar y mandaban se erigiese una nueva junta de gobierno…mientras se erige la junta general del virreinato (…) Que los señores que forman la precedente corporación comparezcan sin pérdida de momento en esta sala capitular a prestar el juramento de usar bien y fielmente sus cargos¨.
Correo del Orinoco